Autora: Ma. Eugenia Jaime

 

Hace más de dos años un grupo de familias ocupó tierras del barrio Ferroviario, dando origen a una nueva urbanización “La Victoria” de San Fernando (ver video).

Ocupa una franja de tierra de 1 ha (una), lindera a las vías del ferrocarril General Mitre. La población que allí habita, presenta grandes dificultades para acceder a los servicios públicos de infraestructura de agua, electricidad y cloaca y un alto porcentaje de desocupación o de ocupación informal. 

La Victoria, como lo llaman sus pobladores está dentro del perímetro identificado con el nombre Ferroviario en el Registro Nacional de Barrios Populares en Proceso de Integración Urbana (RENABAP), declarado de interés público por la Ley Nacional 27.453. Detrás de un largo muro se encuentran dos portones que las 140 personas que conforman el barrio tienen que atravesar para llegar a sus hogares.

El servicio eléctrico, es precario, una manzana se sirve de un poste de alumbrado que se ubica a más de 300 metros y la otra está servida por una extensión acoplada a un antiguo tendido, que se ubica dentro del predio. No posee medidores individuales y sufre cortes y caídas de tensión. Con respecto a la red de agua potable, tienen una extensión precaria que se sirve del agua de un tanque ferroviario, pero no es apta para beber.

La calidad de los senderos es regular y la débil conexión con la calle no permite el acceso de camiones de recolección de residuos. Se incrementa la dificultad de transitarlos cuando la caminata es con botellas y bidones de agua que tienen que cargar en una canilla del otro lado del muro para acceder al agua. Lo mismo ocurre con el abastecimiento de energía para la calefacción y cocción de alimentos. La red de gas es inexistente, hecho que provoca la utilización de gas envasado en garrafas de 10kg y, en algunos casos, el uso de leña.

Dentro del barrio existen algunas instituciones, tales como el Comedor y Merendero “La Victoria” y la iglesia “Ministerio internacional Luz en Victoria”. Con respecto a los a establecimientos escolares de nivel inicial, primario y secundario, estos existen en las inmediaciones del barrio (menos de 1km); lo mismo sucede con las infraestructuras para la salud. 

Los cuidados frente al Covid, no fueron fáciles de efectivizar debido a las condiciones del hábitat y la vivienda. En un comienzo era difícil conseguir que los niños se queden en sus casas. En dos oportunidades el municipio llevo botellas de agua un bidón de lavandina para cada familia.

La falta de agua potable se convirtió en un obstáculo y no contaron con asistencia municipal para el abastecimiento ni para la prevención. Hubo al menos dos casos positivos que no consiguieron ser asistidos en sus domicilios. El tratamiento y la prevención estuvo a cargo de cada familia a través del uso del barbijo y alcohol en gel.

Las familias quedaron en su mayoría desempleadas, en parte por la alta tasa de empleo informal. Quienes trabajaban formalmente primero fueron suspendidos y luego despedidos.

Los préstamos, las ollas populares, los merenderos, y en algunos casos las salidas de cartoneo palearon la situación. Hubo también ayuda de personas sin fines de lucro que llevaron bandejas de comida, ropa, etc.

Quienes recibieron el ingreso familiar de emergencia se vieron favorecidos. Algunas familias pudieron comprar material para mejorar sus casas que estaban muy deterioradas, otras compraron mercadería.

La crisis sanitaria sumada a la crisis urbana-habitacional esta golpeando fuertemente a las familias del conurbano quienes están recibiendo en su cuerpo el castigo por una desigualdad estructural que necesita urgente políticas redistributivas, tanto económicas, como de suelo urbano.

 

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Proyecto Habitar